lunes, 22 de abril de 2013

Un interesante recetario

DISCURSO para Columbia Business School de Jacques Horovitz, 
Profesor emérito del IMD, Fundador y Presidente de Châteauform’.


 
Tema: Qué es pensar: Mis diez recetas

Este artículo es un discurso que los antiguos alumnos de Columbia Business School me han pedido preparar para los 40 años de su club. Sabían que mi carrera había transcurrido mitad en la enseñanza de las Business School y mitad en los negocios.
En 1983, después de 11 años, dejé la enseñanza para asumir responsabilidades en una empresa. Dos años más tarde, había perdido mi memoria, que muchos consideraban como fuera de lo común. Me lo pasaba bien contando el número de decisiones que tenía que tomar cada día como dirigente: 60 de media. Esto me parecía increíble! ¿Cómo podía tener una idea sobre todos estos temas, pequeños o grandes? ¿Cómo tenía tiempo de estudiar los pros y los contras, los costes/beneficios, las opciones?
¡15 años más tarde, cuando volví a la enseñanza, mi memoria había vuelto! El profesor piensa mucho, porque no está en la acción, y al viceversa, el hombre de negocios hace mucho y piensa poco!
Dilema para mí ya que hago las dos cosas desde 15 años!

1- Parar el tiempo para reflexionar
Estoy sumergido, como usted seguramente, por la instantaneidad, a saber que hoy, ahora, en este momento, lo que está pasando es de la más alta importancia. Encuentro tiempo para reflexionar, desconectando durante una semana de las noticias, voy a lugares insólitos, pido a mi asistente que me deje espacios de tiempo de media hora, me echo una pequeña “siesta” con los ojos abiertos, arreglo mi jardín… momentos donde no estoy en el entorno profesional para visionar el mañana, las tendencias, las posibilidades…

2- Conceptualizar la observación de lo cotidiano
A fin de poder duplicar lo que funciona o utilizar un tipo de acción o decisión en otras situaciones o formar equipos, me esfuerzo en conceptualizar la observación de lo cotidiano. Sólo los conceptos pueden ser guías para acciones futuras. En fin, intento convertir lo implícito en explícito. 

3- Escuchar al otro para comprender
La observación de numerosos directivos de empresas que he podido conocer durante mis 40 últimos años de vida profesional, me ha dado la convicción que no escuchan nada o por lo menos, que escuchan sólo si lo que se dice confirma sus propias afirmaciones!
Escucho mucho porque, chocando mis propias ideas, hipótesis y convicciones con las de los demás, reflexiono en vez de repetir siempre lo mismo! Escuchar es entender (es decir no interrumpir), hacer preguntas abiertas, volver a formular con los conceptos para ver si lo he entendido bien? Así, sé que escucho cuando en una conversación estoy callado el 50% del tiempo. ¿Es vuestro caso?

4- ¿Escucharse, hablar menos o hacerse más preguntas a sí mismo? La duda constructiva.
Hay una bonita diferencia entre escucharse a sí mismo y preguntarse a sí mismo. En el primer caso, uno se escucha hablar. Preguntarse a sí mismo es hacerse las 7 preguntas e intentar responder: C,Q,Q,C,D,C,P (Cómo, Quién, Qué, Cuánto, Dónde, Cuándo y Por qué).
¿Tenemos que estar seguros de nosotros mismos para ser eficaces? ¿O preferimos tener dudas que permitan imaginar otra solución, otro mañana, otra manera de ver las cosas? Me pregunto para fortalecer mis convicciones, mis argumentos, mis puntos de vista. Puedo pasar varias semanas preguntándome sobre un tema. Hasta el día en que le he dado la vuelta al asunto, la idea y puedo tomar mejores decisiones…

5- Salir de la caja. La duda creativa.
Algunas situaciones no necesitan que se cuestione lo existente sino que se cree una nueva realidad. Ponerse en situaciones incómodas o desconocidas, lugares, sitios… todo es bueno para reflexionar con la condición de salir de su casa, de su despacho, sus amigos, sus lugares habituales, sus lecturas, sus reuniones profesionales fuera de su entorno. Esto permite reflexionar.

6- Exponerse a estímulos.
Es muy pero muy importante salir de su entorno profesional habitual. Naturalmente, un profesional de la hostelería va a las ferias del sector. Pues, yo no. Prefiero ver y buscar hoteles conceptuales, restaurantes particulares, tiendas de barrio independientes y diferentes… hay que luchar contra el conformismo natural que llevamos dentro.
Visto en otro sitio, oído en otro lugar, esto es lo que estimula el pensamiento.

7- Provocar las ideas de los demás… para provocarse a sí mismo.
En nuestra sociedad mediatizada, es difícil crearse una opinión independiente. Se necesita mucho valor intelectual para pensar de otra manera. Ir a contracorriente, hacerse abogado del diablo, aportar y rebatir a las ideas dominantes; lo hago todos los días, no sólo para hacer frente a las tonterías; sino sobre todo (y es sincero) para reafirmar mis propios puntos de vista de hombre libre… para pensar.

8- Forzarse a escribir.
Las ideas, los pensamientos son fugaces, tan fugaces como la rapidez con la cual pensamos. La sociedad que nos rodea nos empuja también a ser inmediatos. Me esfuerzo por escribir mis ideas, mis pensamientos para poder volver a echarles un vistazo más tarde cuando necesite transformarlos en acciones.
Siempre me ha fascinado la diferencia que puede haber entre el pensamiento y la realidad. Escribir se convierte entonces en un desenlace de ideas, su fijación. Es también para mí el punto de partida de la transmisión del saber o saber hacer. Escribir me permite decir y decir me permite actuar.

9- ¡Hacer traslados: viva el pensamiento lateral!
El “juego” consiste en observar una realidad, una práctica, una persona, un grupo de personas, un objeto, un lugar, y en trasladar lo que esto me sugiere en ideas que podría aplicar en mi propia vida personal o profesional cuando no tiene nada que ver con la observación.
Un traslado no es solo una imitación. Intento hacer la distinción entre lo que es parecido o analógico. Lo analógico requiere más creatividad, pero tiene posibilidades infinitas.

10- Considerar cualquier problema como una oportunidad.
Intercambiando la propuesta “tengo un problema”, que conduce muy a menudo a un callejón sin salida, por “tengo una oportunidad de hacerlo mejor o de otra manera”, me hace pensar.
Es una gimnasia del cerebro que no tiene límites y que impulsa la creatividad.
En definitiva, no hay problemas, solo hay oportunidades.
Simplemente, le doy la vuelta al argumento, lo negativo se convierte en positivo.
No podría concluir esta lista de 10 recetas resumiéndolas. Me he concentrado, me doy cuenta al volver a leerme, sólo sobre los aspectos “business” de mi manera de pensar; dejando de lado mi vida personal, mis opiniones políticas, mis posiciones como ciudadano del mundo.
Un pensamiento extracto del Talmud, simplemente, para acabar:
“¿Si no piensas en ti, quien lo hará?
Si sólo piensas en ti, quién eres?
Os dejo degustarlo
Gracias,
Jacques Horovitz

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